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miércoles, 15 de septiembre de 2010
La "metamorfosis" de Gianina contó con apoyo familiar
Blanca González/Fotos Jesús Gil
bgonzalez@cadena-capriles.com
Para cualquiera que se la cruce en la calle, Gianina es una chica como todas: delgada, alta, de buen cuerpo, voz suave y de rasgos muy femeninos, al punto de que, a su paso, le llueven piropos.
Sólo quienes la conocen saben que es transgénica o transexual, como ella misma lo confirma. Lo singular de esta joven es que nunca cayó en la prostitución. "He estado muy al margen de la movida y el ambiente de las trans, porque nunca me ha gustado", asegura con aplomo.
Nunca ha renegado de Jean Cadenas -nombre con el que fue bautizada cuando nació como hombre- "a la hora de cobrar un cheque, viajar... donde me llamen, me paro. No tengo ningún inconveniente", pero refiere que sí le gustaría cambiar sus papeles y llamarse legalmente Gianina Cadenas.
Proveniente de una familia cristiana, feliz y legalmente constituida, Gianina descubrió a los 16 años que su sexo físico distaba mucho de su identidad, hasta que sus padres, ambos abogados, decidieron enfrentarla y ponerla en manos de especialistas.
"Me llevaron a un psicólogo y comenzó todo un tratamiento con un grupo médico: un sexólogo, un endocrinólogo, un psiquiatra y el psicólogo. Sin embargo, todo eso se redujo nada más a la parte del endocrinólogo y el psicólogo", confiesa agradecida.
Refiere que los médicos ayudaron a que sus padres entendieran que ella no era homosexual o que tuviera un problema de orientación sexual, por lo que la apoyaron en su reafirmación de género. "Lo que es determinante y definitivo en una persona es el sexo psicológico", revela.
Precisa que el paso de un sexo a otro fue traumático para sus padres. "A ellos sí les costó, sin embargo, mi cambio fue paulatino, no de golpe. Yo no me fui de mi casa, no me botaron, más bien me acogieron, me cobijaron y trataron, con ayuda profesional, de entender esta situación", asegura.
Para Gianina el asunto fue más fácil. "Nunca me sentí discriminada. Desenfocada, sí, porque pensé todo el tiempo que era homosexual, por el hecho de que me gustaban mucho las cosas de las mujeres y quería verme como una chica".
Refiere que el buen resultado de su transformación en mujer -aunque aclara que aún no se ha operado los genitales- tiene mucho que ver con "la educación, las buenas bases, las buenas costumbres y los valores" que le inculcaron. "Siempre he sido una persona muy educada para con el otro, y en la medida en la que he visto que mi núcleo es una familia conservadora, de buenas costumbres, religiosa; en esa misma medida he sido una chica con matices de sensualidad para algunas sesiones de fotos, por ejemplo, pero en mi día a día soy una chica sencilla".
Aunque Gianina fue criada entre abogados y leyes, que aprendió por propia motivación, estudió teatro y tomó cursos de etiqueta, protocolo, modelaje y pasarela.
Fue así como logró incursionar como actriz a destajo en varias novelas de Rctv, para luego llegar hasta la Escuela Metropolitana de Producción Audiovisual en la que estudió conducción de programas de TV.
Una televisora local le dio la oportunidad de estrenarse como la primera transgénica en la pequeña pantalla con Brújula sexual, un espacio que trataba el tópico con testimonios y especialistas, así como con la serie Bipolar idol.
Aunque ambos proyectos duraron poco, Gianina decidió continuar su carrera en las ondas hertzianas y actualmente conduce en Radio Rumbos, los viernes a las 7 pm, el programa Sine qua non, una Producción Nacional Independiente (PNI), en la que comparte faenas con Hannah Micgliavacca y "se plantean todos los temas de la diversidad sexual, cuya consigna es ahuyentar la superstición y la ignorancia, desmitificar tabúes, tratado con especialistas, médicos y sexólogos".
Así resume el secreto de su éxito: "Voy caminando con la sociedad con los mismos pies, jeans y franela. Nada de minifaldas y plataformas, porque ¿cómo puedes pretender tener respeto de parte de los demás si ofendes con tu presencia a los otros?
Asimismo, confiesa ser una mujer afortunada, porque parte de su estabilidad emocional se la ha brindado el hecho de haber tenido una pareja estable, con quien comparte su vida y un hermoso y acogedor hogar. "Hoy por hoy, tengo una seguridad acerca de mi condición que me la da mi referencia de vida. Mi convicción ahora mismo es mi propia referencia. Verme al espejo y saber que me siento segura, porque la vida me lo ha dado todo y porque quizás peco de optimista".
LA CITA
“Quiero operarme algún día, pero ya dejó de ser mi prioridad. Mi espectro se amplió y me he aceptado muchísimo. Mi felicidad no es eso, es otra cosa a nivel mental”
TRANSEXUALES (I) Víctimas de la discriminación
Blanca González - Fotos: Miguel Acurero/Boris Vergara
bgonzalez@cadena-capriles.com
Caracas. Viven con el trauma de haber sido despreciadas por su familia, lanzadas a la calle como basura y para colmo, etiquetadas por la sociedad por el "delito" de no sentirse identificadas con el sexo con el cual nacieron.
Son las transexuales de la Av. Libertador. Seres humanos que para sobrevivir en la penumbra en la que se convirtieron sus vidas, se prostituyen para poder obtener el dinero que las llevará a ser lo que siempre han soñado: una mujer, porque, cuentan, nadie se aventura a ofrecerles un trabajo digno.
Desde que un programa de TV sacó sus rostros al aire, su drama ha empeorado, "porque ahora la policía nos tiene a monte", señala Nicole.
Y es que, además de ser carne de cañón de cuantos transitan por la Libertador para burlarse de su condición, estas trans (como prefieren que las llamen) son vejadas, violentadas en su condición humana, por una sociedad que parece no sensibilizarse.
Pese a todo, noche tras noche, allí están. Tienen nombres, historias, carencias, pero sobre todo, sueños, metas y una nueva familia que encontraron en su nocturno deambular.
Decidimos visitarlas y mientras conversábamos, decenas de huevos fueron lanzados desde varios apartamentos en una lluvia interminable de la cual tuvimos que guarecernos.
Más adelante pudimos presenciar el momento en el que dos sujetos, desde una moto, lanzaron un foco de su vehículo, el cual impactó sobre la espalda de una de ellas, dejándole, no solo la huella de la agresión, sino también mucha sangre. "¿Lo ves?", nos dijo, asustada, Vanesa.
"He llevado tiros de la policía de Caracas, tres tiros, mira", nos dice Alondra, mostrándonos la herida que le dejó una bala en la pierna. "Y el ojo lo tengo así (casi cerrado), porque un carro me atropelló de pura maldad y ahora me tengo que operar, casi lo pierdo".
"Los policías son demasiado abusivos; nos bajan de los carros, nos quitan el dinero y nos echan paralizer para que no corramos", confiesa Leudy, quien agrega "a los clientes los montan en la patrulla y los matraquean".
No se atreven a denunciar y a emprender medidas legales. Son atacadas y nadie les presta auxilio en el sitio. Como pueden, se protegen. Eso sí, van armadas: cuchillos, navajas que empuñan en caso de emergencia, pero su mejor defensa es correr y esconderse.
BIANCO: La violencia es condenable
El sexólogo y presidente del Colegio de Médicos del Distrito Metropolitano de Caracas, Fernando Bianco, asegura que "la violencia es condenable en todos los ámbitos" y precisa que las transexuales son víctimas de personas antisociales que presentan una "desviación de la conducta machista, religiosa y/o moral".
También sostiene que en nuestro país hay una gran ausencia de educación sexual, que debe emprenderse en todos los niveles educativos, incluyendo los medios de comunicación.
Refiere que el Gobierno está sensibilizado con el tema y realizan esfuerzos para sentar las bases para futuras leyes; no obstante, no justifica la pasividad ante los ataques. "Hay transexuales muy exitosos en todo el mundo, que ejercen importantes cargos y la lucha es para que la gente lo comprenda", destacó.
Hablan los vecinos
Los residentes de la Avenida Libertador, en la zona donde operan las transexuales, difieren en cuanto a sus opiniones acerca de estas chicas, hay quienes aseguran que son "unos malandros con tetas" y otros afirman que lo único que les critican es que se desnuden en las puertas de los edificios: "¿Cómo le explico a mis hijos que hace esa mujer ahí, desnuda?". Todos refieren que nunca han tenido problemas con ellas, "aquí el peligro es la delincuencia, cualquiera que ande por aquí, puede ser herido".
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